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Grdtiones fallidas (Continuación)

Calle Nuñe de arce

Calle Nuñez de Arce, Madrid

 

Grdtiones fallidas (Continuación)

Antonio Machado SanzzLos dos amigos, Jacinto y Rafael, después de su desayuno, continuaron su habitual peregrinación de los jueves por Madrid.

Anduvieron tranquilamente hasta la calle de Sevilla y comentaron que podían tomar otro café en Hontanares.

-Mejor lo tomamos en la Suiza de la calle de la Cruz -dijo Jacinto- y aprovechamos para comprar algo en la Pastelería del Pozo, que está en el callejón, donde hace esquina la cafetería.

-Mis padres -añadió Rafael-, siempre compraban los Roscones de Reyes en esa pastelería, aunque hubiera largas filas.

Hacia allí dirigieron sus pasos y se toparon con un establecimiento anodino que estaba preparado para los muchos turistas que deambulan por los alrededores y sin el sabor que durante muchísimos años endulzó los paladares madrileños y foráneos.

- ¡Qué pena! -comentó Jacinto irritado-. Con la cantidad de cafés con leche que habré tomado con mi tía, cuando era tan joven que aún no había empezado a trabajar.

-Aún recuerdo los brazos de gitano de crema apostilló Rafael.

-Todavía conservo su increíble sabor -replicó su amigo.

Enojados continuaron por la calle Núñez de Arce y a la altura del número 11, Jacinto, emocionado, dijo

-He ahí la que considero una de las primeras galerías comerciales de Madrid. La conocí hace más de sesenta años, algún domingo acudí a unas reuniones, después llamadas guateques, donde con la música de un tocadiscos bailábamos con chicas desconocidas, lo curioso de esto era que, el resto de la semana, el local era una sastrería.

- ¡Jo! ¡qué viejo eres! -dijo Rafael entre risas.

Observaron un poco más allá los bellos azulejos que, desde 1911, adornaban la fachada de Villa Rosa, célebre tablao flamenco al que dio fama mundial, en 1991, la película Tacones Lejanos, de Pedro Almodóvar.

-Mira -señaló Jacinto el nuevo cartel- ahora se llama Tablao Flamento1911.

- ¡Vaya día que llevamos! -comentó su amigo-, primero La Suiza, ahora Villa Rosa. ¡Sólo falta que hayan cambiado el nombre a “Las Bravas” del callejón de Álvarez Gato!

-A ese bar le han cambiado el interior, ya no está el cuadro de Gregorio Sánchez, un torero de Santa Olalla, Toledo, que presidía el salón; creo que fue uno de sus propietarios. Siguen con sus patatas, su pulpo, sus tortillas, y la misma salsa. Mantienen sus espejos, cóncavos y convexos, en la fachada, aunque no son los originales, pues fueron salvajemente destrozados por unos bárbaros - explicó Jacinto-. Recuerdo que en el local a su derecha, en donde hoy hay un restaurante, al final de los años cincuenta hubo una casa de comidas famosa, no sé si por la calidad de sus platos o por la costumbre que tenían de anunciar sus menús en el escaparate, donde se encontraban toda clase de ofensas a la ortografía. Tan conocidos eran los errores, que en la imprenta donde comencé a trabajar, un cliente editó un libro con fotografías de los anti ortográficos menús. He intentado encontrarlo en alguna librería de viejo, pero es una búsqueda imposible.

Como ya era hora del yantar diario, regresaron a sus respectivos domicilios, quedando en volver a la zona de tantos recuerdos en fechas próximas.

 

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